“Miguel Mazzeo apela una vez más al género o locus ensayístico como modalidad de diálogo e intervención, en este caso conjugado con ilustraciones viscerales -no es una metáfora, sino una descripción de los cuidados dibujos de Martín Malamud, verdaderos “exabruptos” visuales, para lanzar una posible interpretación desde Kusch-, que co-constituyen la escritura y fungen de mirillas por donde asomarse al tortuoso submundo que late tras las sombras y disfraces del fetichismo mercantil y del poder estatal, que nos constriñe la sensibilidad”.
Del Prólogo de Hernán Ouviña